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ENTREVISTA A MIGUEL ANGEL ANTOLINEZ ESCUELA DE GO DE BILBAO

La Escuela de Go de Bilbao estuvo presente, con un gran éxito, en la primera edición del Festival Internacional de Japón y, cómo no, también tomará parte en la Nihon Jaia de este año que se celebrará en noviembre en el Palacio de Deportes de Miribilla "Bilbao Arena", con el objetivo de difundir la belleza de este fascinante y antiquísimo juego oriental. El Go es un juego de mesa estratégico entre dos jugadores, muy extendido en Corea, Japón y China, que, alternativamente, colocan piedras blancas y negras sobre las intersecciones libres de un tablero de 19x19 líneas. El objetivo del juego es controlar una porción más grande del tablero que el oponente.

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Antes que nada nos gustaría agradecerte tu disposición en concedernos esta entrevista acerca del arte, disciplina o simplemente juego del Go… ¿cómo lo calificarías?

Pese a que, desde las Olimpiadas de Pekín 2008 ya es deporte, yo diría que es algo más que un simple juego o un mero deporte. De ahí que pueda explicarse el hecho de que sea el juego más antiguo que existe con más de 4000 años de historia, y que lo hayan practicado monjes budistas, samuráis y los círculos cultos en general de la antigua China o del antiguo Japón.

Partamos de una aproximación más cercana y menos teórica. Me gustaría saber cuáles son las circunstancias personales que te han llevado a aproximarte al Go.

En parte lo cuento en el libro. A modo de resumen, localicé un anuncio en una revista llamada AJOBLANCO allá por el año 1979 en la que se escribía sobre el juego. Yo, por aquel entonces, era ajedrecista de un nivel medio o medio-alto y cuando leí aquella información me quedé sorprendido, porque pensaba que el ajedrez era el rey de todos los juegos. Sin embargo, transcurrió un tiempo hasta que descubrí el Club de Go de Madrid donde estaba el maestro Masaru Mikami. Por aquella época, como en la actualidad, poseía un grado 6º Dan y accedió a enseñarme las reglas y el significado del juego, los vínculos con la tradición japonesa y otras cosas. Aquello fue para mí un auténtico descubrimiento y desde entonces, con una pequeña interrupción de un par de años (a principios de los 90), he practicado el Go hasta hoy en día.

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¿En qué grado estás?

Soy 3 Dan, que es la categoría que me ha permitido participar en las Olimpiadas de Pekín como representante del equipo olímpico español. En realidad, todavía somos muy pocos y es fácil destacar. Estar en las últimas Olimpiadas de Pekín en 2008 ha sido una experiencia extraordinaria y el colofón a todo mi trabajo de muchos años a favor del Go.

Cuando hablamos de tu trayectoria personal de amor al Go no es posible obviar la labor de difusión. A tal fin habéis creado la Asociación…

Si, la Escuela de Go de Bilbao.

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Dime, ¿qué tipo de actividades realizáis?

Básicamente, y por ahora, practicar el juego y enseñar a jugar a quien esté interesado. De momento no hemos realizado torneos ya que se requiere infraestructura de la que todavía no disponemos. Hemos participado también en algunos torneos. Pero lo importante es la difusión del juego, por el valor que posee en sí mismo. Yo destacaría cinco aspectos de ese valor que posee el Go:

En primer lugar, el aspecto lúdico, por supuesto, ya que se trata de un juego fascinante, extraordinario, que cuando uno lo comprende acaba enganchándote. En segundo lugar, el aspecto deportivo, en cierta medida el Go se puede practicar como una competición mental, muy dura por cierto. En tercer lugar, consideraría también el lado formativo-educativo, para los niños, para los jóvenes, para los adultos, y también para los ancianos. En cuarto lugar, se puede incluir el valor terapéutico, porque su práctica previene contra las enfermedades mentales, como por ejemplo el Alzheimer (no se conoce a ningún jugador de Go con esa enfermedad) y porque mantiene activos y ejercita los dos hemisferios del cerebro. Finalmente y el más importante de todos, yo mencionaría el valor filosófico del juego, tal vez el principal motivo por el que yo sigo jugando al Go y sigo trabajando por su difusión.

Si te parece, podríamos profundizar sobre este último aspecto. Mientras leía tu libro me ha interesado sobremanera todo lo concerniente a la genealogía histórica del Go. Desde ese punto de vista, la función lúdica es una fase posterior respecto a otras utilidades previas, enraizadas con el universo chamánico, relacionadas con el cómputo matemático antiguo, con el sistema astrológico y astronómico, llegándolo a asociar con el I Ching.

Sí, claro. En principio la relación del Go con el I Ching es evidente ya que los primitivos signos de este libro oracular no eran rayas, tal y como las conocemos en la actualidad, sino que eran círculos blancos y negros. Sobre todo este asunto existen muchas leyendas pero, en cualquier caso, la filosofía presente en el I Ching y en el Taoísmo, en general, se puede observar –de alguna forma- sobre el tablero de Go. De ahí que los maestros taoístas fueran defensores a ultranza de la práctica del Go. No hay más que remitirse a la tradición de los inmortales que, y esto es muy interesante, aparecen en muchos de los grabados antiguos jugando al Go. Tales imágenes se asocian con el yin-yang, la ley de polaridad, la dualidad por excelencia que se observa en la naturaleza y que también se percibe en el tablero, en la medida en que vemos dos bandos, dos partes, el blanco y el negro, el día y la noche, la luz y la sombra…En el tablero contemplamos la interpenetración de esas dos fuerzas y los movimientos de los jugadores en busca del equilibrio. Lógicamente, estas dos fuerzas se conjugan sobre el tablero a la vez que cada jugador se esfuerza en ganar la partida y disfruta con ella. Esas dos fuerzas, esa dualidad, está presente en la vida, y es por ello que he profundizado sobre ello, he buscado las profundas similitudes entre el desarrollo del juego, su lógica, y la lógica de la vida.

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Es decir, que, de manera análoga a la correlación yin-yang, podríamos advertir en el Go dos tendencias que tratan, en un marco armónico, de superarse la una a la otra. Los adversarios blancos y negros que se hallan en el tablero pugnan desde la complementariedad.

Tiene que haberla necesariamente porque, aunque en esto, como en la filosofía, siempre puede haber discrepancias, desde mi experiencia de muchos años he comprobado que, si juegas muy preocupado exclusivamente por lograr la victoria y por un buen resultado y te olvidas del adversario, de su estrategia e intenciones, no es en absoluto positivo y te llevará a cosechar malos resultados. El juego te demuestra que debes tener en cuenta los dos bandos. De hecho, la mejor jugada en el tablero es aquella que es buena para los dos y no sólo para mí. La mejor jugada de mi adversario es, a la vez, la mejor jugada para mí. Es como en la vida, no es recomendable poner nuestra atención sólo en las cosas que me interesan a mi únicamente: tener dinero, éxito, trabajo, etc.. Es necesario ser conscientes también del otro lado porque si no, podemos fracasar. El otro lado, que podríamos llamar genéricamente “la adversidad” (las dificultades, los problemas), está representado sobre el tablero por las jugadas de nuestro adversario, al que debemos respetar y tener muy en cuenta.

O sea que, si te he entendido bien, el Go te exige que estratégicamente te posiciones en el lugar del adversario ¿no es cierto?

Representa la búsqueda del equilibrio siendo consciente de mi postura pero también del posicionamiento del otro. Si lo miras bien, es la expresión de la dualidad yin-yang, de la vida misma, en el tablero, es decir, se trata de contar con lo que me gusta, con mis pretensiones e intereses y con aquello que me disgusta, con lo que me molesta y me perjudica. Esa es la dualidad que hay que aprender a conjugar, a armonizar y, para eso, el Go se presenta y sirve como un extraordinario laboratorio de experimentación y aprendizaje.

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Esto me recuerda mucho a los comentarios introductorios de C. G. Jung al I Ching de R. Wilhelm.

Sí, yo he tenido esa obra en mis manos y me resultó sumamente interesante. Creo que es una de las mejores versiones. En todo caso, creo que entrar en el Libro de las Mutaciones nos traslada a un campo más profundo…

Pasamos entonces a otro aspecto igualmente interesante que tiene que ver con esas historias, de las que te haces eco en tu libro, sobre la inclinación de los seres inmortales a jugar al Go. Mientras repasaba esos relatos me venía a la mente las maniobras de los dioses Olímpicos de la tradición griega interviniendo en los asuntos humanos. Desde este punto de vista, bien podríamos interpretar el tablero del Go como una representación resumida del cosmos.

Sí, y además yo añadiría que esa relación con los Inmortales es muy significativa porque mientras se juega surge el concepto de inmortalidad, algo que, por ejemplo, no existe en el ajedrez. En el ajedrez la partida acaba cuando hay jaque mate, por lo tanto, vamos a decirlo así, es un juego para mortales. En cambio, el Go te permite formar determinadas posiciones donde un grupo de piedras es inmortal, es indestructible, es inconquistable, es una construcción que da al jugador una seguridad absoluta. Se puede perder la partida, pero cuando se forma lo que en Go se denomina un grupo vivo, te pone en contacto con la idea de inmortalidad. Tú, como jugador te encuentras completamente seguro y es realmente bonito porque ya hay algo que el adversario, sea quien sea, no va a poder destruir nunca. Por otra parte, la idea de inmortalidad está muy presente en el Go porque exige un alto grado de concentración. Se trata de un juego tan abstracto que, en el momento en que lo practicas, uno puede olvidar el espacio y el tiempo en el que se mueve cotidianamente. Esto se describe muy bien en una leyenda, incluida en el libro que lleva por título Ranka, y trata de un leñador que va al monte y tiene un encuentro con inmortales que juegan a Go. Allí se queda absorbido mientras contempla la partida y transcurren siete generaciones hasta que se despierta de nuevo.

En otras palabras, estamos hablando de otra organización del espacio-tiempo.

Yo no lo diría así. Más bien lo que el juego te permite es percibir la atemporalidad. El Go te permite situarte fuera del tiempo al sacarte, por su grado de abstracción, de lo concreto. Normalmente nos movemos en lo concreto. Por ejemplo, estamos realizando actividades en busca de algo concreto, voy a algún sitio, compro unos zapatos, o pelo una naranja… En cambio, el Go aunque nos obliga a realizar algo concreto como es jugar, te permite, sin embargo, sumergirte en la abstracción. Dicho de otra manera, una persona que no conoce todavía el Go ve el tablero y ve las piedras y le parece algo caótico; no obstante, en el caso del jugador ya no se repara sólo en las piedras, en los cuadros, sino en ideas y estrategias: dónde está el peligro, cómo escapar de una situación peligrosa, cómo intentar cercar territorio, etc. En ese mundo de ideas que te abre el Go puedes estar horas sin que adviertas el paso del tiempo, ya que, la concentración que exige el juego te permite salir del tiempo e incluso del espacio. Al terminar la partida podrías mirar alrededor y preguntarte: ¿dónde estoy?, y después mirar el reloj para ver cuánto tiempo pasó. De ahí que el Go fuera una práctica muy del gusto de los taoístas puesto que les proyectaba un sentido de trascendencia, un sentido del “más allá”.

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Aprovecho que, en una intervención anterior, has mencionado el ajedrez como juego de la mortalidad para que expliques las diferencias substanciales entre este juego y el Go, ya que, erróneamente, muchas veces desde Occidente se consideran iguales.

A simple vista, el ajedrez sostiene la filosofía del jaque mate mientras que el Go se fundamenta en la idea de vive y deja vivir. Esta diferencia se comprueba a través del tiempo, cuando uno aprende a jugar bien al Go. Llegas a al conclusión de que debes dejar vivir en alguna medida a tu adversario ya que no puedes exterminarlo absolutamente. Por otra parte, es muy significativo el hecho de que en el caso del ajedrez ya existen ordenadores con capacidad para vencer al campeón del mundo y, en cambio, en el Go no ocurre tal circunstancia. El Go, por ahora y creo que por mucho tiempo, sigue siendo un juego reservado a seres humanos.

¿Hay programas de Go?

Hay programas. Yo en el ordenador portátil tengo uno, pero no juega ni como un aficionado de nivel medio. Ten en cuenta que en el ajedrez las combinaciones se limitan a un tablero de 8 x 8, mientras que en el Go el tablero es de 19 x 19.

Una cantidad de combinaciones enorme…

Y el dinamismo es diferente, porque aquí no es como en el ajedrez donde las fichas tienen un movimiento concreto y limitado. Los ordenadores no poseen capacidad estratégica para el Go porque hay un espacio más grande y la cantidad de movimientos es impresionante. Además, el ordenador funciona a partir de sistemas analíticos monstruosos pero carece, por ejemplo, de capacidad de valoración, carece de psicología, de creatividad, de imaginación…, en fin, atributos humanos necesarios para jugar al Go. Se comienza con un tablero vacío y, progresivamente, el jugador va construyendo territorios y zonas. En el ajedrez es al revés, es decir, el tablero empieza lleno y se trata de ir barriendo y destruyendo al adversario. Hay un autor japonés que dice que si los principales gobernantes del mundo fueran buenos jugadores de Go, se podría llegar a una situación en la que no existieran guerras. Las guerras, en cierto modo, son partidas de ajedrez, es lo que hizo Bush en Iraq, ¡eso es ajedrez!, buscar el jaque mate. En cambio, en el Go, según este japonés, se trata más bien de encontrar una distribución equitativa, esto es, no se trata de destruir al otro, se trata de repartir, porque hay sitio para todos. En cierto modo, todo consiste en que el más inteligente, el más capaz, el que tiene más fuerza puede quedarse con un par de puntos más sobre el tablero, pero no elimina al otro, no lo humilla con un mate. La filosofía que se extrae de aquí es hermosa ya que es muy difícil que un jugador de Go pierda una partida y se sienta humillado, en la medida en que siempre queda su huella en el tablero, su parte, lo que él ha logrado conquistar.

Estos son valores que evocan casi literalmente fragmentos del Arte de la Guerra.

Sí, tiene mucho que ver. De hecho, Sun Tzu también lo dice. El tratado se podría haber titulado el Arte de la Paz, porque una de las conclusiones a las que se puede llegar después de leerlo es que el mejor general no es el que gana muchas batallas, sino el que gana sin necesidad de luchar, porque ha conseguido un grado de fuerza tal que no le hace falta demostrarlo en ninguna contienda. En el Go hay algo de esto. El objetivo es que antes de atacar uno se fortalezca. Sun Tzu dice de que es necesario hacerte fuerte como la roca, así el enemigo chocará como una cáscara de huevo. No se trata de aniquilar al contrario, de luchar, de atacarlo, de agredirlo, se trata de fortalecerse uno mismo y, en la medida que uno se fortalece, ganar la partida. Esto también se puede aplicar a la vida en general: no se trata de luchar contra nadie, se trata de ser uno mejor, de hacerlo mejor, de ser equitativo, justo y moralmente correcto, con eso puede ser suficiente.

Otro de los aspectos que más me ha interesado en tu libro es esa aproximación mitológica al juego de Go. Mencionas a C. G. Jung en lo concerniente a este tema y, en ese sentido, no se si estás conforme con la idea de considerar al tablero y sus reglas como un complejo símbolo mandálico detentador de un trasfondo arquetípico de sabiduría universal.

Claro. Yo establezco esta relación porque, cuando se está jugando al Go en plena concentración, sobre el tablero ves círculos, cruces, cuadrados…y todas estas formas remiten a una simbología ancestral. El círculo simboliza la completura y lo espiritual; la cruz (que es un símbolo muy amplio incluso después de incorporarlo el cristianismo) tiene que ver con la dualidad, línea vertical y línea horizontal; el cuadrado, en cambio, simboliza lo material y, por ello, se contrapone al círculo. De este modo, la concentración en figuras geométricas se asemeja mucho a la concentración budista en los mandalas. No es lo mismo estar embelesado con la pantalla de la televisión, por ejemplo, que estar concentrado en formas geométricas que atesoran una simbología arquetípica ancestral.

Al hilo de lo que has comentado respecto a los niveles de abstracción, ¿es posible sostener que en el Go, de igual o parecida forma a la relación del budista con la imagen mandálica, ejerce en el juego cierta actividad meditativa?

Podría ser, pero hay que tener en cuenta que el Go, en principio, es un juego y, como tal, se puede practicar de muchas maneras. En otras palabras, se puede practicar como un simple juego o se puede jugar como si estuvieras frente a un mandala, meditando como un monje budista. Yo no he llegado a tanto, lo reconozco. No digo que no sea posible, pero yo lo relacionaría más quizás con el carácter y la personalidad humana. En ese sentido, se acerca más a las artes marciales. Porque, si te digo la verdad, creo que la palabra meditación suele interpretarse mal. Antes de aprender a meditar, primero hay que aprender a concentrarse. Si no sabes concentrarte, si no sabes controlar tu mente, es muy difícil llevar a cabo una meditación. Por lo tanto, yo diría que el Go ayuda para la fase previa a la meditación que en budismo se llama el Darana, es decir, aprender a concentrarse en algo y hacer abstracción absoluta de todo lo exterior. Se puede probar, hay que concentrarse en un punto como, por ejemplo, una vela, una varilla de incienso, una figura o un mandala y lograr que tu mente fije su atención en ello, sin que se distraiga con nada. Es difícil. Pues bien, el Go te ayuda a fortalecer esta capacidad.

De acuerdo con ese trasfondo universal sobre el que hablabas con anterioridad y que está representado en el Go, creo que puede ser significativo el hecho de que este juego no está circunscrito a Japón, sino que se extiende a China y a Corea.

Así es. Recordemos que es el juego más antiguo que existe. En Occidente sólo se ha conocido realmente a finales del siglo XIX. Esto es curioso porque históricamente hubo más oportunidades, desde Marco Polo, pasando por los jesuitas, Mateo Ricci, etc., pero no se aprovecharon. Será en el periodo en el que se abre el cerrojo japonés (sakoku) y llegan los norteamericanos, cuando el Go salta a Occidente. Pero antes, durante el periodo Edo, en pleno aislamiento, los japoneses desarrollan la técnica del Go a un nivel altísimo.

Es curioso también cómo, sin ningún tipo de apoyo, simplemente porque la gente ve el valor del juego, se ha ido extendiendo con total naturalidad en Occidente. Hoy en día, estamos acostumbrados a que todo se conoce a través de la publicidad, una campaña de marketing, etc. Con el Go no hay nada de eso. Aunque gracias a internet –hay que decirlo- se esta expandiendo de una forma no muy vertiginosa, no muy rápida, pero imparable, inexorable, porque es algo que vale. La gente lo ve y dice “esto me interesa”.

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El Go también se practica en Corea y en China, ¿Cuál es la situación en estos países?

China es el país mas grande del mundo y ganaron las Olimpiadas pero en dura pugna con los coreanos. Corea ahora mismo tiene al campeón del mundo. Allí el Campeón del Mundo tiene un nivel de prestigio parecido al que tendría aquí un galáctico, es algo impresionante. En ese país el Go está casi popularizado, y digo “casi” porque no es un juego fácil de popularizar. Es como el ajedrez en nuestro entorno. Puede practicarlo mucha gente pero es muy difícil que sea popular porque es un juego complejo. La gente en general prefiere jugar a otros juegos más fáciles. En cualquier caso, en Corea hay un nivel de practicantes altísimo. Lo han introducido a través de los colegios, de las universidades, y tienen un canal de televisión exclusivamente dedicado al baduk, que es como denominan al Go en Corea.

Una de las formas por las que he empezado a conocer el Go, ya te lo confesé en su momento, es a través de la obra de Y. Kawabata y su novela El Maestro del Go. En la famosa competición que relata Y. Kawabata la pugna entre el viejo maestro y la impetuosidad del joven parece reflejar también el tránsito entre el viejo y el nuevo Japón. ¿Podemos hablar también de un Go que evoluciona y deja atrás antiguas variantes?

Muy interesante. Se dice, y en eso estoy de acuerdo, que esa famosa partida que se relata en la novela constituye el símbolo de un cambio de época, el tránsito del Japón antiguo a aquel Japón moderno que se abre a finales a finales del siglo XIX a Occidente. Yo creo que en ese cambio de época hay elementos que se pierden y otros que se adquieren. ¿Qué se pierde? o, por lo menos, ¿qué se queda relegado a un segundo plano?, el valor tradicional y filosófico del Go frente a una concepción más competitiva, que es la que prima en la actualidad.

Ahora bien, quiero recordar de nuevo el valor educativo del Go, que te permite aprender a descubrir cosas por ti mismo y eso es fundamental porque la educación no consiste en aprender muchas cosas de memoria, se trata de que tú puedas conducirte en la vida por ti mismo. Es como aprender a conducir, puedes saber el código de la circulación de memoria, pero luego te pones delante de un volante y en cualquier situación imprevista debes saber lo que tienes que hacer. El Go te enseña a adaptarte y comportarte ante cualquier situación nueva.

En cuanto al aspecto más formal del Go, asistimos a un proceso histórico de estandarización de las reglas después de crearse, en 1924, la Nihon Ki-in, que trata de aglutinar a las diferentes escuelas que existían previamente ¿estoy en lo cierto?

Sí, se adoptan como reglas básicas del juego las reglas japonesas. Antes he dicho que las reglas son muy simples y lo son, pero hay pequeñas diferencias entre el sistema chino y el sistema que luego elaboran los japoneses. Es una cuestión de forma, de tal modo que el resultado final es prácticamente igual. En Occidente se tomaron las reglas japonesas, es decir, el modo en que se cuentan los puntos al final, etc. No tiene importancia.

Me gustaría que comentases la relación personal que tuviste con el maestro Masaru Mikami, al que creo que conociste en Madrid, y su papel en la difusión y extensión del Go.

Mi relación con Mikami fue buena desde el principio y lo sigue siendo en la actualidad. Lo que ocurre es que yo ya he crecido como jugador y él se dedica más a la gente joven y con futuro. Además, vive en Madrid y yo en Bilbao y eso también es un obstáculo. En mis comienzos Masaru Mikami jugó un papel fundamental, fue mi auténtico maestro de Go. Estuvimos varias semanas de convivencia en su casa durante el verano, donde él se volcaba con la gente, un grupo bastante reducido, y nos enseñaba magistralmente ya que es un buen pedagogo y ama el Go desde niño. En lo que a mí respecta, sólo caben palabras de agradecimiento. Ahora bien, la dimensión más profunda y filosófica del juego la he tomado por otras vías. También añadiría que cada jugador tiene su maestro de Go, lo reconozca o no lo reconozca. En la época Edo todas las escuelas tenían un maestro, y tenían discípulos. Todo este sistema sigue existiendo en la actualidad, es decir, la relación maestro-discípulo, por lo menos en los países orientales. Y de la misma manera que ocurre con el Go pasa con la vida. Si nos fijamos en Oriente, en el budismo, en la filosofía zen, sigue habiendo maestros también para aprender cómo vivir. Desde este punto de vista, yo he establecido una relación muy clara entre el Go y la vida misma. Así, puedo jugar al Go pero también explorar sobre el valor filosófico del juego. Y esa relación me resulta muy útil. También puedes jugar al Go exclusivamente como pasatiempo, está bien, pero te puede llegar a cansar. Mucha gente, cuando no obtiene resultados en las competiciones y no puede dar más de sí, lo abandona. La clave está en poder profundizar en el aspecto filosófico y asociarlo con otras enseñanzas, como el budismo, el taoísmo, etc.

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En esa dimensión filosófica sobre la cual llamas la atención ¿has sido autodidacta o has coincidido con algún maestro de Go que te acercara a ese otro universo?

En el mundo del Go no he encontrado esos maestros, los he encontrado fuera. Así como Mikami es mi maestro de Go, yo tengo mi maestro en la vida. De igual manera que Mikami me despertó al Go, tengo mi maestro que me ha despertado en la vida. El Go es una herramienta muy útil, pero hay que decir que sólo te sirve para ensayar. Lo real es la vida, es ahí donde realmente “te la juegas”. Aunque también puedes considerar la vida como un simple juego, pero hay un riesgo, y es que si te sale mal puedes perder cosas más valiosas que una simple partida de Go.

¿Cómo ves el futuro del Go y su posible expansión social?

Yo soy optimista. Creo que el Go seguirá extendiéndose y con el tiempo lo practicará mucha gente. Sin duda, el Go va a ayudar a que la gente sea más feliz, a disfrutar mejor el tiempo de ocio y a conocerse mejor a sí mismo y a los demás. El futuro del Go es muy bueno, lo que pasa que será lento. Ha pasado más de un siglo desde que entró en Occidente y puede pasar otro siglo antes de que sea realmente conocido. Sin embargo, como he dicho antes, se trata de un proceso inexorable.

¿Qué consejo darías a la persona que se quiere iniciar en el Go?

Yo primero le preguntaría si le gustan los juegos. Si me responde que sí, le diría ¡aprende a jugar! puesto que es el juego mas fascinante que existe. Que lo intente y si, después de iniciarse, comprueba que no le gusta o que es demasiado difícil o no tiene tiempo…, es su decisión. Pero si le gusta y lo entiende, que persevere, es una persona afortunada.

Antes de terminar, me gustaría que añadieses algo que haya quedado en el tintero y que quisieras especialmente remarcar.

Pues creo que, sencillamente, se podría decir que el Go es la mejor alternativa de ocio que yo conozco en la actualidad. Es una actividad ecológica, limpia, no necesita dinero. Ayuda a desarrollar tu inteligencia. Te puede servir para mejorar en todo. Y lo más importante, como el Go es una representación en miniatura de la vida, a la vez que te diviertes y disfrutas jugando, tienes también a tu disposición algunas claves para aprender a vivir, y disfrutar de la vida.

Fuente: EuskadiAsia